De acuerdo al estudio de la conducta del líder o estilo de liderazgo realizado en la Universidad de Iowa, señalado por Hernández y Rodríguez (2001), considero que el estilo adecuado para dirigir una institución educativa es el Democrático, a quien los autores definen como el “líder que permite la participación de los subordinados en la toma de decisiones y en el diseño de los métodos de trabajo, generalmente utiliza la retroalimentación como un medio de apoyo y consejo para lograr un mejor desempeño”.
Considero este tipo de liderazgo como el adecuado, pues las conductas que lo definen, tienden a la inclusión del equipo de trabajo en la toma de decisiones que se generan a partir de la dirección de la institución, considerando la participación de la planta docente en los diferentes aspectos, así como dando apertura a la retroalimentación con el propósito de fortalecer la práctica educativa.
Es importante mencionar que de acuerdo al estudio al que hacen referencia Hernández y Rodríguez (2001), se encontró que “la calidad del trabajo y la satisfacción era mayor en los grupos con líderes democráticos” por lo tanto, el proceso y el resultado con este tipo de conductas en la dirección no beneficia únicamente a uno de los actores, sino a todos los que se involucran en la institución, desde el director, alumnos, y evidentemente los subordinados o equipo docente que trabaja bajo circunstancias democráticas.
Otro tipo de conductas que benefician a la dirección de una institución educativa es el Liderazgo centrado en el empleado (Universidad de Michigan) en el cual “el interés del líder es canalizado a la atención de los aspectos humanos del trabajo y a la formación de grupos de trabajo”, citado por Hernández y Rodríguez (2001). Además del Liderazgo con estructura de consideración (Universidad de Ohio) en el que “el líder se preocupa por crear confianza mutua con sus subordinados, para quienes es amigable al mostrar interés en sus sentimientos”, citada por Hernández y Rodríguez (2001).
Otro estilo de liderazgo que considero favorece las actividades propias de una institución educativa pertenece a la escala dinámica de la autoridad publicada por Tannanbeaum, citada por Hernández y Rodríguez (2001), y es la que hace referencia a que “el jefe presenta el problema, establece políticas y guías generales de acción y pide al grupo que tome las decisiones”.

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