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Autor: Gabriel Hernández Santamaría†
Educare-Educere.
Durante los últimos veinticinco años del pasado siglo XX el escenario mundial se transformó radicalmente por tres acontecimientos que darían un nuevo perfil al siglo venidero; estos acontecimientos fueron: el empoderamiento de la corriente económica neoliberal; el llamado fin de la historia, con la caída del socialismo real en occidente; y la aparición de las llamadas tecnologías de la Información y la comunicación (TIC) que abrieran paso a la mitificación del conocimiento cibernético como representación de lo social.
Estos acontecimientos presionaron a los países emergentes a poner en marcha políticas públicas acordes con la corriente neoliberal (los organismos internacionales que ejercieron mayor presión fueron el BID, la OCDE y el Banco Mundial). Las características de estas políticas públicas son: la transferencia de competencias legislativas hacia sistemas de negociación, y el cuestionamiento del Estado Social; así como la insistencia de poner en operación procesos y procedimientos económicos orientados a la acumulación de la riqueza, sin importar que ello conlleve al incremento de la pobreza y a la protección de los niveles de competitividad, competitividad que no toma en cuenta los valores humanos del trabajador.
Lo anterior ha servido de marco contextual para el diseño de la política educativa mexicana a lo largo de los últimos veinte años; por eso a nadie debe extrañar que el perfil de éstas políticas tengan las peculiaridades siguientes:
1. Los procesos educativos giran en torno al mercado; la educación se rige como una competencia, por ello es un valor agregado a la fuerza de trabajo.
2. Su discurso pedagógico es un elogio al individualismo en todas las manifestaciones sociales.
3. Refuerza la promoción de lo nuevo por el simple hecho de serlo; así, la moda es una manera de ser, de estar actualizado.
4. Promueve la producción de símbolos iconográficos para que el educando se identifique con ellos, con el objeto de que cree escenarios virtuales sin posibilidad de conocer el mundo real.
5. No le importa la articulación entre niveles educativos y el conocimiento. Por ello toda reforma fragmenta el conocimiento en el currículo con el propósito de impedir el ejercicio de juicios críticos sobre las causas de la pobreza en la sociedad y los hechos que inhiben la participación ciudadana.
6. Alienta en la ciudadanía el concepto de que la educación y sus protagonistas deban ser asépticos, sin compromiso social. Lo que importa es el progresismo no el desarrollo.
7. Promueve el éxito personal o egotismo como valor único de la educación, por sobre la responsabilidad de impulsar el desarrollo social compartido.
8. Estimula el llamado espíritu competitivo, si se desea triunfar o por lo menos sobrevivir en el mundo de la globalización.
9. Prioriza el predominio de la función consumista del ser social sobre cualquier otra, originando una concepción acumulativa de la manera de percibir a las personas y a su entorno.
10. Pondera el desarrollo tecnológico como si realmente éste fuera una revolución científica; por ello trata a la ciencia como simple desarrollo tecnológico; Desarrollo tecnológico que por cierto está sustentado en la premisa empresarial de la productividad.
11. Promueve el aprendizaje de la lengua inglesa, por que este es el idioma de la globalización hegemónica y del mundo tecnológico cibernético.
12. Inculca el concepto de que los procesos electorales son sinónimo de democracia. Cuando en realidad se trata de una rotación del poder entre grupos de la clase política funcional al poder empresarial que impiden que la sociedad civil participe en la toma de decisiones para resolver los problemas estructurales que agobian al país.
13. Se esmera en difundir el mito de que la desigualdad social es obra de carencia de voluntad para superarse; de falta de empeño para emprender empresas. Por ello se cuida de no tocar la inequidad en la distribución de la riqueza.
Se afirma que una de las características torales de la política educativa debe responder a los cambios y exigencias socioeconómicas. Esto es verdad pero también todas política educativa debe atender el sentido humano, como ofrecer los medios y recursos para que la ciudadanía reciba una educación que promueva el bien común y el desarrollo compartido. En concreto, una educación que tenga como su principal prioridad la practica de una pedagogía de la sociedad civil para la formación anticipatoria y no el optimismo pedagógico, que se justifica en la inmediatez.
La política educativa mexicana que debe plantear el gobierno no es la de los extremos: planetaria o parroquial; sino aquella que tiene como fin la construcción de una nación donde sus habitantes gozan de igualdad de oportunidades y bienestar social.
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