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Foto del escritorHéctor Emmanuel Monge González

La Motivación en el Aula

Hoy por alguna extraña razón, a parte de haber escuchado una discusión sobre motivación escolar, comencé a reflexionar en lo que logramos en los alumnos, al ir premiando o recompensando a los alumnos por sus logros… y recordé que cuando era niño, una vez mi abuelita le llamó la atención a mi madre, porque cada semana me daba “mi domingo” en función de mi trabajo y mi comportamiento durante la semana… total que en el llamado de atención le dijo – No debes darle por lo que hace, pues es su obligación ayudar, cuando no tengas que darle, tampoco te ayudará.- Probablemente hubiera tenido razón, muy valida y quizá muy cierta. (creo que una recompensa tangible nunca está de mas y claro que motiva, pero hay que establecer claramente la percepción bajo la que nace dicho estimulo, y definir que no sea condicional o que siempre tenga que existir).

Sin embargo, antes de pensar en recompensas para motivar planteo lo siguiente, para aplicar en el salón de clases:

Considero que primeramente debemos considerar los conocimientos previos de los alumnos, ya que ampliar el conocimiento acerca de lo que ya se conoce o domina genera motivación, ganas de saber más sobre ese contenido.

Posteriormente debemos identificar las formas y estilos de aprendizaje de cada uno de nuestros alumnos para diseñar actividades académicas acordes a estos y lograr que se motiven al trabajar específicamente en el estilo que a ellos les llama la atención.

También es importante no centrarnos en solo un estilo de trabajo, sino variar la forma en que diseñamos cada actividad, no hacer de la enseñanza algo tedioso, trabajar en equipos o en pares también genera motivación, ya que se comparte e integra la información, se da la oportunidad de analizarla, discutirla y reflexionarla, pero el trabajo individual también motiva a los alumnos, sin olvidar las actividades que podemos realizar de manera grupal, por eso importante diseñar nuestras actividades de manera no monótona.

La cuestión afectiva, por parte del profesor también motiva a los alumnos, por lo que como docentes, podríamos reflejar y demostrar interés hacia nuestros alumnos, y su estilo de vida, es decir, que debemos dar a conocer una actitud positiva, propositiva y animadora, además de fortalecer la convivencia social entre ellos, logrando crear lazos de amistad que motiven el gusto, la permanencia y la necesidad de querer estar dentro del grupo, y como consecuencia participar en el. La actitud que muestra el docente es significativa porque define también la actitud y empeño que reflejaran nuestros alumnos.

Es fundamental que como docentes, logremos que los alumnos reconozcan y comprendan la importancia de los contenidos temáticos de cada asignatura con la que trabajamos, así como su aplicación y su trascendencia en la vida cotidiana, ya que al comprenderla, la motivación se genera en mayor medida; y finalmente, sobretodo en la educación básica, el plantear actividades divertidas, que involucren juego e interacción logran que el alumno (niños particularmente) estén atentos y motivados, con ganas de aprender y participar.

Finalmente, al redactar estas líneas en torno a la motivación y actitud del maestro, viene a mi mente una frase de Emerson, “Nunca se ha logrado nada sin entusiasmo”.

¿Tú que piensas? ¿Bajo que circunstancias es válido premiar una buena calificación?

Héctor Emmanuel.

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